Durante mucho tiempo la mítica marca de Francesco Moser parecía estar esperando únicamente para que un ciclista concreto la batiera: Miguel Indurain. El navarro había declarado que el desafío del récord de la hora le seducía, y desde su círculo deportivo se apuntaba con insistencia a que en alguna ocasión intentaría conseguirlo.
Pero mientras Indurain deshojaba la margarita un ciclista escocltimos tiempos.ra poder salir de este anonimato en el cual la historia le ha metido en los e nuevo a una postura totalmente tumbés desconocido se encerraba en el velódromo de Manchester montado sobre una extraña bici que él mismo había construido pieza a pieza, sacando algunas de lavadoras en desguaces. Su nombre era Graeme Obree y su gran baza era la perfecta postura aerodinámica, en forma ovalada, que conseguía. Así, casi anónimamente, este desconocido ciclista batía el récord de Moser y lo elevaba unos cientos de metros. Era el pistoletazo de salida para la última época dorada del récord de la hora.
Obree, el excéntrico escocés que le robó el récord a MoserChris Boardman, un excelente pistard inglés batía de nuevo el récord, que era recuperado poco después por Obree y que tuvo su momento de máxima popularidad a finales de 1994, cuando el navarro Miguel Indurain se encerró en el velódromo de Burdeos para intentar batir su marca. Una hora después el ciclista más poderoso del momento añadía una muesca más a su palmarés, superaba por primera vez los 53 kilómetros en esta prueba y declaraba haber sufrido como jamás antes en su vida en una prueba que se adaptaba bien poco a sus condiciones. Algo que era evidente viéndole pedalear por el velódromo. Eso sí, su bicicleta Spada es otra de las grandes imágenes de los récords de la hora, y con ella consiguió una marca estratosférica que parecía haber nacido para perpetuarse.
Sin embargo, apenas un mes despultimos tiempos.ra poder salir de este anonimato en el cual la historia le ha metido en los e nuevo a una postura totalmente tumbés el suizo Tony Rominger la batía por dos veces, y elevaba el listón del récord de forma insospechada hasta más allá de los 55 kilómetros. Rominger, más adaptado a la pista y con un coeficiente aerodinámico superior, destrozaba el récord y ponía en los libros una cifra difícil de imaginar tan sólo dos años antes.
Durante seis años estuvo vigente ese récord, pese a los intentos de Indurain, Obree o Berzin, entre otros, por superarlo. Y no fue hasta el siglo XXI, cuando Chris Boardman superaba el mismo en Manchester, gracias de nuevo a una postura totalmente tumbada sobre el manillar, bautizada como de Supermán, que le permitía penetrar el aire como un cuchillo.
Poco después la UCI tomó una decisión difícilmente comprensible, y declaró inhábiles todos los records posteriores a 1972, por considerar que el récord de la hora debía de hacerse sobre bicicleta convencional. Eddy Merckx volvía a ser recordman, y el resto de plusmarquistas durante esos años eran considerados como poseedores de la “mejor marca mundial de la hora” y no del récord de la hora. Picado con este cambio, y pensando que la cifra de Merckx sería fácilmente superable con los métodos técnicos y de entrenamiento actuales, Chris Boardman se lanzó a unificar ambos récords. Tan sólo pudo superar en diez metros el registro del belga con lo que quedaba demostrado, más de 25 años después de su retirada, que Merckx era especial.
Hoy en día es el checo Andrek Sosenka quien ostenta el récord de la hora…un record que espera con ansiedad a Fabián Cancellara para poder salir de este anonimato en el cual la historia le ha metido en los últimos tiempos.
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