Fuente: Wikimedia
En 1983, Enrique Franco, director de la Vuelta a España en aquel momento, concretó una idea que le llevaba rondando la cabeza desde principios de la década: convertir la ascensión a los Lagos de Covadonga en el Alpe d’Huez de la prueba española. La escalada asturiana no destaca por su longitud, pero sí ofrece una cruel pendiente y dos rampas espectaculares, las correspondientes a la Huesera y al mirador de la Reina. Su estreno coincidió con el de las primeras etapas ciclistas retransmitidas en directo, hecho que ayudó a convertirlo en un clásico de la Vuelta ya desde su primera edición.
Marino Lejarreta ganó aquella etapa, que contó con la participación de Bernard Hinault como gran estrella. Esto explica que Los lagos del Enol y la Ercina acabasen recibiendo la denominación de los “Lagos de Hinault” por parte de la prensa, una licencia que provocó la indignación de los oriundos de la zona. Tras Marino, grandes del ciclismo como Pedro Delgado, Lucho Herrera o Laurent Jalabert se alzaron con el triunfo en los Lagos, al tiempo que ayudaban a popularizar esta subida entre los amantes de este deporte.
Además de ser un paraíso para el ciclismo, el lugar también se presta a la desconexión y el descanso. Como buen asturiano de pro, Sergio Aído, uno de los mejores jugadores españoles de poker y reciente plata en uno de los campeonatos más importantes de Europa, es un gran defensor de las bondades de la zona, un espacio perfecto mitigar la tensión acumulada en las mesas que, además, nos ofrece una parada turística que no debemos dejar de visitar: la Basílica de Santa María la Real y la Santa Cueva de Covadonga. Otros asturianos ilustres, como el técnico del FC Barcelona, Luis Enrique, también se han rendido al poder y la magia de Covadonga, y han querido compartirlo con el mundo proclamando públicamente las bondades de la zona en más de una ocasión.
No podemos dejar de mencionar la historia del tercer lago, un “lago fantasma” conocido como el Bricial. Su ubicación se esconde tras un peñón rocoso, a 500 metros de la Ercina en dirección sudoeste, y sólo se manifiesta en raras ocasiones, con una frecuencia media que ronda los cinco años, siempre tras una época de abundantes precipitaciones.
La subida a los Lagos de Covadonga
Para iniciar la ascensión al clásico asturiano, pondremos rumbo a Soto de Cangas, entre Cangas de Onís y Corao, por la AS-114. A partir de ahí bastará con seguir las señales en dirección a la Riera y el santuario de la Virgen de Covadonga. Nos encontraremos con un desafío que ofrece un desnivel positivo de 962 metros, con una pendiente media del 6’87% a lo largo de los 14’2 kilómetros de su recorrido. La máxima se alcanza en la Huesera (km 12), ofreciendo un desnivel del 15%. Un poco antes de alcanzar la cima, podremos recuperar fuelle aprovechando una leve bajada de 900 metros para finalizar con la subida final hasta los 1.135 metros.
Reciente plata en uno de los campeonatos más importantes de Europa
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