Éste post deriva de la reflexión que me causó ver en la etapa del giro con final en Zoncolán, cuando, un espectador, hizo que Bongiorno tuviese que echar pie a tierra o que Quintana, estuviese a punto de besar el suelo por espectadores que, lejos de animar con su aliento al ciclista; casi le arruinan la vida. Sí, la vida.
Detrás de un Giro de Italia, hay mucho trabajo por parte de todos. Detrás de un Tour, una Vuelta o un Mundial, igual.
Lo hemos dicho muchas veces aquí, que un ciclista no nace, se hace, pero ya es seguro que se muere siendo ciclista. Pues bien, desde el momento que un niño se sube a una bicicleta, en su cabeza, visualiza el Tour, el Giro, una Vuelta…se imagina ganando, levantando los brazos…Aquí justo en ése momento, se empieza a preparar un Tour de Francia.
Cuando un corredor reputado firma, sabiendo que va ser el jefe de filas del Tour, su cabeza, su estómago, su tiempo y sus esfuerzos ya tienen un objetivo claro. Éste objetivo, desluce todo lo demás…Una Dauphiné, una Vuelta, un Giro…está muy bien pero, complementa al Tour, su objetivo, ni más ni menos. Seamos sinceros.
Cuando una temporada va bien; los estados físicos respetan a la cabeza, los resultados de confirmar tu talento quedan inscritos en las clasificaciones y…de repente, alguien cree en ti. Alguien que te vió sufrir para ganar, para aguantar a cola de paquete o que te ve meterte en la cocina con arte. Tú, eres nuestra apuesta para la general del Tour.
Y ya en Noviembre los esfuerzos empiezan a encauzarse con una mirada clara al Tourmalet, Ventoux o la crono larga del Tour. En la concentración inicial de tu equipo, ya recibirás tratamiento World Tour Pro, el capo, el amo, el que decide sin decirlo.
Luego vendrán esas carreras iniciales donde, tendrás que ratificar, quedando varios meses para el Tour, que tu equipo, puede y tiene que seguir confiando en ti. Y así llegamos a la Dauphiné, carrera de mucha presión y tensión para los que van a disputar el Tour. No sabremos quien ganará el Tour pero, si sabemos quien no lo ganará.
La Dauphiné son como las primeras banderillas que se le plantan al toro antes de herirlo y de que salga a muerte, a luchar para lo que se ha estado preparando toda su vida.
La Dauphiné es como, venga, éstas son mis cartas, vengo a jugar para ganar pero dentro de 15 días, te voy a pasar por encima….
En éstos días se pone de manifiesto quién está en la lista de favoritos reales para ganar el Tour y descartamos los líderes de cuyos equipos quieren más que pueden. Es un momento de nervios y tensión, no solo para los corredores y sus equipos. ¿ Pensáis alguna vez en que los ciclistas, al igual que el resto de humanos, tiene padre, madre, mujeres, hijos, amigos, abuelos, primos y tíos, que viven y sufren por ellos?
Por mi trabajo, acaricio el lado humano de ésta situación, de cada hijo que espera a su padre por televisión, por cada mujer que ha visto durante el invierno a su marido partir a ganarse la vida….Y como aficionada del ciclismo me siento decepcionada y triste de saber cómo pudieron sentirse esas personas que día a día rodean a Francesco Bongiorno, ése ciclista que iba con Michael Rogers y que tras engancharse con un espectador que corría a su lado, tuvo que poner pie a tierra para evitar caerse y, en mi humilde opinión, perdió, no sólo la etapa, si no, la mayor oportunidad de su vida y, quien sabe, si la volverá a tener.
Cada vez, se ven más los aficionados con sentido común que ponen orden en éstas situaciones. Vamos a intentar entre todos que esto no vuelva a pasar. Que no haya otro ciclista que pierda años de su vida de forma absurda, que no pierda un Giro, un Tour..Hay mucho trabajo detrás como para perderlo por un aficionado inconsciente e irrespetuoso.
Vive Le Tour, amigos.
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