El británico Bradley Wiggins representa el maridaje perfecto entre alcohol y ciclismo: el ex ganador del Tour de Francia de 2012 y actual campeón del mundo de contrarreloj ha confesado en no pocas ocasiones su pasión por la cerveza, especialmente la belga. Pero claro, ni todos somos Wiggins ni el alcohol es un complemento, sino una droga de baja estofa normalmente de ocio cuyo consumo moderado aunque es verdad que no nos afecta apenas nos beneficiará.
Ahora bien, hay formas y formas de beber: copita de vino para comer, caña de aperitivo, una lágrima de whisky el sábado noche… Y como un adolescente salvaje en pleno botellón. Como dice el experto Chema Arguedas, “tampoco vamos a diseccionar las costumbres de una sociedad que tiene demasiado extendida la idea de que divertimento o celebración festiva van de la mano con el consumo de alcohol”. La sharia (ley islámica) no llegará España, pero si quieres mejorar quítate esa cerveza diaria, cámbiala por agua con gas o por té relajante. Y fuera de temporada pégate alguna juega si quieres. Pero no durante.
Los beneficios del alcohol
son muy limitados. Por ejemplo, concede ventajas cardiovasculares, pero Arguedas se pregunta por qué recurrir a la copita de vino “cuando la simple práctica del ciclismo de forma adecuada ya los aporta, entre muchos otros”. Y es que las supuestas bondades que puede aportar el alcohol están reñidas con todas las situaciones deportivas (antes, durante y después de pedalear).
En general, sintetiza Arguedas, el alcohol “reduce riesgo a sufrir enfermedades coronarias. Y los beneficios relacionados con el sistema inmunológico son debidos a sustancias que se encuentran en bebidas como el vino tinto y que contiene polifenoles procedentes de la uva y entre los que se encuentra el resveratrol (un potente antioxidante)”.
Hasta aquí los beneficios
. Pero antes hay que definir qué es un consumo moderado, y este quiere decir todo aquel que no sea perjudicial para nuestra salud, máxime si se conjuga con deporte.
El impacto del alcohol suele depender de cuatro cosas: la cantidad de alcohol, tu peso corporal, si has comido antes o no y la capacidad del organismo para metabolizar el alcohol, que tiene que ver con la experiencia.
Así pues, se considera consumo moderado diario a una o dos bebidas alcohólicas en hombres y una bebida alcohólica en mujeres. Arguedas define una bebida: 330 cc. de cerveza; 150 cc. de vino; 40 cc. de bebida destilada (ron, vodka, whisky, ginebra…).
¿Cuáles son los perjuicios?
Incontables. Nuestro experto Arguedas los enumera, y seguro que se queda corto: “Dificulta la recarga de glucógeno, favorece la deshidratación y perjudica la rehidratación, favorece la aparición de calambres, inhibe la asimilación de vitaminas directamente relacionadas con la práctica deportiva, favorece la ganancia de peso, favorece la pérdida de masa muscular, disminuye la potencia, la coordinación y tiene un efecto depresivo sobre el sistema nervioso”.
Muchos de estos efectos aparecen con 0,2 gramos de alcohol por litro de sangre. Sí, es una cantidad menor que el límite para no dar positivo conduciendo un vehículo (0,25 normalmente). Pero créenos, con 0,2 gramos uno puede experimentar esos efectos.
destacamos que los cacareados beneficios de tomar vino o cerveza eran escasos para mejorar sobre la bicicleta. En esta nueva entrada vamos a ahondar un poco más en esta contradicción, con la ayuda del experto en nutrición y salud Chema Arguedas.
¿Qué puede aportar el alcohol a tus pedaladas?
Según Arguedas, casi nada. “si eres de los que piensas que después de una juerga el sábado por la noche, vas a salir el domingo y que todo lo que vas a sudar son los restos de alcohol y así los eliminas…estás muy equivocado”.
Una cosa es una juerga puntual, y otra emborracharse los sábados como diversión cotidiana. En ese caso difícilmente mejoraremos como cicloturistas. Y es que el alcohol no aporta nada: muchas, muchísimas calorías y vacías. Aproximadamente siete calorías por gramo consumido, además de no constituir un aporte nutricional.
Pero todavía hay más: el alcohol evita la asimilación de una gran cantidad de vitaminas. ¿Hace falta decir que las vitaminas son de vital importancia ya no para cualquier ciclista medio aficionado, sino para cualquier deporte?
Por ejemplo, la vitamina A es antioxidante y protectora frente a infecciones. La vitamina B1 favorece la recuperación y el mantenimiento del tono muscular. La vitamina B2 interviene en la metabolización de grasas y proteínas. La vitamina B5 aumenta la resistencia a la fatiga y estrés. La vitamina B6 es muy importante para almacenar el glucógeno. La vitamina b12 interviene en la formación de glóbulos, por ejemplo...
Todo este aporte se tira por la borda. “El alcohol que contienen las bebidas más comunes”, recuerda Arguedas, “es etílico”. Así, “una vez que es transformado en el hígado, parte de él pasa a la sangre y una gran parte es almacenado en forma de triglicéridos”. Un ejemplo concreto es el de dos copas de vino, las cuales con un total de 400ml y 12 grados de alcohol contienen 96 gramos de alcohol. “Para calcularlo”, informa este experto, “solo tienes que multiplicar los grados de alcohol por 0’8 que es la densidad del mismo por los grados. Por lo que si un gramo de alcohol son 7 calorías, habrás ingerido con las dos copas de vino 269 calorías que no te han aportado nada”.
¿Cuáles son las calorías vacías que nos da el alcohol? Depende del tipo de bebida y sus grados. Por ejemplo, una jarra de medio litro de cerveza sin alcohol tiene 127 calorías, y una lata de 33 centilitros tiene 84 calorías. ¡Y es cerveza sin alcohol!
Una caña normal de cerveza tiene 175 cc 4y 74 calorías. La jarra de medio litro, 212 calorías. En cuanto al vino, un vaso de vino blanco (150 centilitros), unas 91 calorías. Una copa de ron, 117 calorías; y una copa de ginebra, 110 calorías
Chema Arguedas es, pues, crítico con la teoría de que beber alcohol, aun en pequeñas cantidades, sea bueno para la salud. “Ahora quizás puedas echar cuentas de las calorías que no te aportan nada y que añades al paso de los días, incluso haciendo un consumo moderado. Por ejemplo si tomases diariamente un vaso de vino en la comida y otro en la cena, más una caña a lo largo del día. En total serían 286 calorías al día. 2002 calorías por semana. Y al mes, 8560 calorías”.
Con esa cantidad de alcohol, cada mes añadimos algo más de 1kg de grasa al organismo, ya que un kilo de grasa está estimado en 7770 calorías. El etanol además de impedir una asimilación de los nutrientes necesarios inhibe la oxidación de las grasas por lo que facilita que con su consumo uno aumente los depósitos grasos.
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